Poderosas palabras, forman lo que yo entiendo como los cuatro pilares de la humanidad. Por algo será que están juntas en casi todas las representaciones de la República.
La Justicia (con mayúsculas) no es ciega, ni insensible, ni llega tarde y por definición no puede ser injusta, a diferencia del modelo social de justicia ciega, utilizado en todos los ámbitos de la vida desde el cine hasta los procesos judiciales.
Éste oxímoron es, en sí mismo, una aberración socializada utilizada de manera interesada. Quiero romper con esa falsedad: la Justicia es justa (permitirme la redundancia), no es ciega y mucho menos insensible. Todo lo demás será otra cosa.
Ahora quiero seguir llamando a las cosas por su nombre, amparándome en la libertad de expresión. La siguiente palabra a analizar es democracia y más concretamente en España. Según la constitución todos somos iguales ante la ley… ¿todos? Ni mucho menos, aparte de lo obvio – los ricos que abusan con su dinero y posición dominante – tenemos una familia al completo que vive más allá del bien y del mal: la llamada familia real española (para mi siempre debe aparecer en minúsculas).
No parece muy democrática la elección de un cargo público por derecho de nacimiento. Tampoco lo es las ventajas fiscales, así como el oscurantismo de sus cuentas de gastos, ¡y eso que se paga de los Presupuestos Generales del Estado!
También podíamos hablar del uso de edificios del Patrimonio Nacional como si fueran suyos o de no estar al alcance de la ley y mucho menos de la prensa – podéis preguntar a cualquier trabajador de la revista satírica “El jueves”.
Ahora que estamos en plena crisis nos acordamos de los altos sueldos de los banqueros, de los políticos en general, o del Presidente del Gobierno en particular. La labor del Presidente del Gobierno – para bien o para mal y estando la opción política que sea – es mucho más importante, además de haber sido elegido democráticamente. Comparado con la familia real, no existe correspondencia entre la responsabilidad y sus emolumentos.
No atisbo a entender la postura de la sociedad española al permitir esta desigualdad e injusticia. Creo que está adormecida con el fútbol, los programas del corazón, los grandes hermanos o simplemente los toros.
Quizás ha llegado el momento de empezar a crear un Estado democrático de verdad, donde los cuatro pilares de la humanidad nos sirvan de sustento y guía.
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